Acá empezó todo.
La historia cuenta que al partido le faltaba un jugador, en la tribuna con apenas cuatro años estaba Lionel con su abuela Celia. Habían ido a ver jugar a Matías, su hermano cuatro años mayor. Rápida de reflejos, Celia le propuso al entrenador, Salvador Aparicio, que lo ponga al más chiquito de los Messi. El entrenador aceptó e invitó a Leo a jugar. El pichón de crack tuvo una actuación sobresaliente y hasta dio el gol del triunfo al equipo.
El típico festejo de Messi se originó en este lugar cuando le dedicó ese gol a su abuela, que para ese entonces estaba en la tribuna.
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