El arquitecto Le Monnier diseñó el primer edificio de altura de la ciudad en 1906 para albergar la sucursal de la "Sociedad de Ahorro La Bola de Nieve".
De esta forma comienza una nueva forma de habitar la incipiente urbe.
Una de las características más sobresalientes es la manera en que se resuelve la esquina: un volumen cilíndrico actúa como una especie de "bisagra", uniendo los planos de las fachadas y culminando en un templete, un armazón pequeño en forma de templo con una secuencia de columnas que sostiene la cúpula. Sobre ésta se dispuso el símbolo de la bola de nieve, que corona la estructura.
El nombre de la compañía se encuentra inscripto en un friso realizado con pequeños mosaicos de diferentes colores.