En su paso por la escuela primaria Mariano Moreno tuvo su primer contacto con un instrumento musical.
A los 10 años aprendió a tocar el bombo legüero que le regaló su padre. Empezó a sentir el gusto por la escena en los actos escolares, a descubrirse como centro del espectáculo, y que sus temores infantiles quedaran detrás de sus característicos lentes. Tocó clásicos del folclore argentino como Ariel Ramírez, Los Fronterizos, y temas que cantaba la Negra Sosa, entre otros.
Cuando se empezaron a espaciar las visitas a la tumba de su madre, con su padre iban de paseo a la disquería Oliveira a escuchar discos y descubrir nuevas músicas. Además de la rutina de recorrer la cartelera de cines y terminar las veladas en bares como Augustus o Natalie.
Con su abuela Belia también salían a recorrer el centro para hacer compras. Las tiendas La Favorita y La Buena Vista fueron citas obligadas de los sábados a la mañana.
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